Pick Up Ford "A" Roadster

Mi pasión por los motores estuvo en mí desde una muy temprana edad, pero las posibilidades de acceder a un automóvil era un imposible, no obstante y gracias a mi primer trabajo en una rectificadora de motores, el contacto diario generó en mí la admiración por los automóviles. La vida fue llevándome por otros rumbos aunque seguí con los fierros pero no con los automóviles, pero nunca deje de admirar los motores, siempre que pude visité las muestras de autos de colección y descubrí que había una forma de poder disfrutar del placer de reparar o restaurar verdaderas joyas mecánicas, tanto por su simplicidad como por lo que eran en sí. Pero, ¿Cómo arrancar con este hobby?, ¿Dónde estaban los autos para restaurar? ¿Cuál era su precio? Encima, cuando le preguntaba a algunos expositores me contestaban evasivamente o me decían cualquier cosa. Paso algún tiempo más, otra exposición en el Paseo de La Costa de Vicente López ¡muchos autos FORD “A” juntos! Y hablando y hablando aparece “El lugar”, “CAFA”. Y bueno, desde ahí ya todo cambió, me acerqué al club y la amabilidad y los conocimientos de sus socios me brindaron una valiosa información. La decisión ya estaba tomada: sería un FORD modelo A, ¿pero cuál? ¿Un Tudor, un Cabriolet, una Chatita? La chatita me gustaba por dos razones, era muy simpática y había visto muy pocas. Las palabras de mi amigo Jorge Díaz bastaron para convencerme: ¡una chatita!

Lo que se encontraba eran en general autos cortados convertidos en “Chatitas” pero eso no era “Original”. Y comenzó la gran odisea, buscar una chatita original con capota para restaurar, debería reunir algunas condiciones tales como tener los papeles y ser realmente chatita original, no auto cortado desde la caja hasta la cabina. Finalmente la encontré. Comencé por el desarme total hasta dejar el chasis totalmente pelado para llevar a arenar y luego revisar posibles torceduras o rajaduras, lo mismo se hizo con el tren delantero, pero ahí llego la primer sorpresa, el freno era hidráulico no a varillas como era originalmente, lo mismo sucedió con los frenos traseros, después de mucho andar y contactarme con gente logro encontrar las partes faltantes.Seguimos con el trabajo de revisión de otras partes, y tampoco estaban los amortiguadores “Houdalle” de doble acción, en el motor, la bomba de agua había sido cambiada, no era original, el carburador por suerte era un "Zenit" original y tuve la enorme ayuda de un gran amigo Don Ricardo Biancotti que con su enorme experiencia me ayudo a refabricarlo, y digo esto porque le hice hasta el eje de la mariposa nuevo, quedo 0 Km el distribuidor también necesitó hacerle los bujes y el eje nuevos, el radiador no estaba mejor, y ni hablar de la caja de dirección o los bujes de punta de eje. Caja de velocidad entera pero para desarmar y revisar, palanca de freno de mano no había, y embrague para reparar. Este era el primer pantallazo de la parte mecánica. Para cuando llegué a la chapa, los 80 años se notaban en todo, pero ahí aparece otro maestro artesano: ¡Don Rodolfo Cichetti, gran maestro que dejó los guardabarros, la máscara , y las puertas nuevas! ¡Una belleza!

De la caja de carga me ocupe personalmente en su restauración, era muy importante para mi respetar las medidas de la tablas, del calado para la atención del paquete de elásticos trasero y el cierre del portón trasero. Llegó la hora del pre armado de todo, de esta forma me aseguraba que luego de la pintura no se maltratarían las cosas, de a poco todo fue colocándose en su lugar, ¡hasta estaban los estribos originales! La pintura no fue una de las cosas simples, los chapistas odian el trabajo artesanal y realmente fue agotador lograr que se pintara el chaperío, cuidando las terminaciones de masilla e impresión, finalmente la pintura estaba lista. Otro tema fue reconstruir el sistema eléctrico ya que no existía prácticamente nada de la llave conmutadora de luces y los cables estaban muy envejecidos, tuve que fabricar la lanza que comanda desde el volante la llave de luces, y reacomodar el contacto de la bocina, el amigo Osvaldo Pungitore fue una gran ayuda para recuperar la dinamo y el motor de arranque, tuve la suerte de conseguir una instalación eléctrica original que quedo espectacular, desde ya todo en 6 Volts. La capota fue otro capítulo aparte y gracias al amigo Daniel Catena que un día me comentó que había una en Paysandú, Uruguay fuimos en compañía de mi esposa un tanto a la deriva por los datos no del todo precisos, ¡pero llegamos! La capota estaba pero ¿cómo traerla a través de la frontera? La desarmó, le cortó partes y la ubicamos en el baúl del auto, por suerte pasó la Aduana.Los asientos estaban con los 80 años habiendo soportado todo: agua, uso, maltrato, etc. Pero la esencia seguía ahí, con tiempo y paciencia logré arenar y rehacer algunos tensores de los resortes, pintarlos y dejarlos listos para el tapizado. Afortunadamente encontré a gente que lo dejó perfecto. Era la hora del ensamble final: ¡ya estaba! Quiero dejar constancia de los momentos de desazón que me hacían ver que estaba todo por hacer creía que no llegaría nunca este momento de tener todo y comenzar el armado final. Hoy la “Chatita”, es una realidad, mi esposa la bautizo “Henry”, está funcionando, a mi gusto quedo bastante bien dado que he tratado de respetar lo más posible la originalidad en el momento de su salida de fábrica allá por 1928. Realmente es una experiencia inolvidable, hubo tanta gente que ha colaborado con ideas y consejos que me resultaría difícil en este momento poder nombrarlos a todos, algunos los mencionados en algunos de los párrafos anteriores y a los que no, mis sinceras disculpas. Eso sí, no quisiera de dejar de agradecer a mi querida esposa Estela por la paciencia, el entusiasmo y el cariño que siempre ha tenido para “Henry” alentándome siempre.


Pedro A. Lewandowski Socio N° 173 Club Amigos Del Ford A.

Mi baquet

Siempre pensé: “que lindo sería armar una Baquet”, pero también me dije “si algún día la hago la voy a armar con todos fierros originales ó la mayoría de ellos y dentro de la línea del modelo ’29.” Finalmente, ese día llegó y como ya tenía unos cuantos fierros empecé a armar mi Baquet. De una de nuestras expediciones que hicimos con mi amigos Leo y Pichi en busca de autos ó repuestos de Ford "A" me quede con un chasis con tren delantero y trasero y columna de dirección de un modelo 30 y con frenos hidráulico en las 4 ruedas. Lo primero que hice fue dejar el chasis “pelado” y lo mandé a arenar. Una vez arenado aparecieron algunas fisuras y otros problemitas, como por ejemplo la necesidad de reparar el travesaño delantero, por lo tanto lo lleve a lo de mi amigo Juan que es el chapista del barrio. Una vez reparado, lo pinté a pincel (no tengo compresor) con esmalte convertidor de óxido color Bermellón, porque la idea original era que fuera toda roja.

La segunda etapa fue desarmar el tren delantero y desechar todo lo relativo al freno hidráulico porque la idea era armarla con frenos a varilla y ahí me encontré con mi primer gran obstáculo: no tenía los platos de freno delanteros ni los 8 patines de freno para freno a varilla. Me resultó difícil conseguir todo esto. Como ya tenía los pernos de punta de eje, lo primero que hice fue hacerle los bujes correspondientes y ya que estaba aproveche e hice embujar los movimientos de los brazos de accionamiento y los de la barra transversal que acciona las varillas de freno. Acto seguido, desarme el paquete de elásticos y limpié las hojas una por una para luego engrasarlas, armar el paquete nuevamente y lo envolví en plástico grueso para protegerlo del agua y tierra. Cambié también los gemelos y espárragos y monté el paquete sobre el eje. Resultado: lo que antes era un “garrote” ahora se hamacaba con facilidad. Para ese entonces ya había conseguido un plato de freno delantero y ya le había montado los soportes traseros de motor.

La siguiente etapa fue el eje trasero. Lo desarmé por completo y afortunadamente estaba en buenas condiciones excepto los rodillos de las puntas de eje. Decidí, entonces, hacerle la reforma con rulemanes blindados. Modifiqué los porta mazas y le puse 2 rulemanes blindados por rueda. El paquete de elásticos sufrió el mismo tratamiento que el delantero, pero le quite 2 hojas que tenia de más. Así monté el eje trasero con los platos de freno que para ese entonces ya había conseguido. El paso siguiente fue el desarme de la caja de velocidades. En general estaba bien pero aproveché para cambiarle los rodillos del eje de cuádruple, el de la directa y los rulemanes de entrada y salida. Una vez armada la pinte color verde motor, como corresponde. Al cubre embrague. Le cambie el eje de pedalera y embujé los pedales. Tuve que retrabajar el pedal de freno porque le habían soldado un eje para accionar la bomba de freno. Afortunadamente el pedal no sufrió daño. Así, arme la caja al cubre embrague y luego al motor. Este motor me lo consiguió mi hermano hace un par de años, quien reside en Mar del Plata, y en una de sus expediciones en busca de repuestos y/o autos, encontró este motor recién rectificado ¡y a muy buen precio! En esta etapa también fije una columna de dirección de modelo ’29, que ya tenía.

La siguiente etapa fue conseguir el torpedo con el tanque de nafta, el capo, el radiador, las llantas de 29 y las cubiertas. ¡Casi nada! Al poco tiempo, mi amigo Horacio, de Tigre, me avisa que estaba por comprar una chatita 29 y que a él solamente le interesaba el chasis y la mecánica por lo que me ofreció el torpedo con tanque, el capo, radiador y las carcasas de los faros de 29. Se lo cambié por un radiador, un capo y dos carcasas de faro de línea ’30. La idea de él era armarse una pick up línea 30. Se nota que esta chatita en su pasado tenia una cabina de madera y muy bien hecha. Todavía le quedaban algunas partes de madera que decidí guardar para copiarlas y agregarlas a la baquet. Hice arenar el torpedo y el tanque e increíblemente el tanque estaba perfecto, el único detalle era que no tenía la rosca para la tapa del tanque. Para eso le pedí a mi amigo Pichi, uno de los pocos ARTESANOS de la chapa que quedan si me podía soldar la rosca correspondiente. Como era de esperar el trabajo quedó perfecto. Luego me ocupé de sacarle la basura que tenía adentro, simplemente llenándolo con agua y sacándola por el orificio donde se instala el medidor de combustible. Cuando saqué todo lo deje secar al sol unos cuantos días.

Finalmente compre un primer en aerosol y lo pinte para protegerlo del óxido. El torpedo tenía unas picaduras en la parte inferior y del costado, típicas, algunas fisuras y unos cuantos agujeros innecesarios que mi amigo Miguel de Benavidez me reparó y quedó como nuevo. Hice los tacos de madera, cuyos moldes me proporciono mi amigo Daniel (socio del club) y monté la carrocería en el chasis.

El siguiente paso fue la reparación de la máscara de radiador que me consiguió mi hermano y que fue bastante difícil de obtener. Estaba oxidada y hubo que cambiarle la parte inferior. Afortunadamente se consigue la reparación. Como después de arenarla quedaron muchas marcas del oxido opté por pintarla del mismo color que el auto. Al capó solamente lo arené y resultó que estaba mejor de lo que parecía. Evidentemente tenía mucha masilla por todos lados. El siguiente paso fue el tema pintura. Decidí que lo pintaría yo mismo y con pintura en aerosol. Afortunadamente el rojo bermellón que conseguí era el tono que buscaba. Para pintar toda la chapa y darle tres manos use alrededor de 10 envases. No pensé que iba a quedar tan bien!! Con los recortes de madera que tenía el torpedo, restos de alguna cabina de madera, le hice algunas terminaciones, como por ejemplo cerrando el lateral de torpedo y como base de parabrisas.

Tenía unos recortes de Pino Tea que pensé iban a quedar muy lindos y así lo hice con la ayuda de mi amigo Gregorio que es el carpintero del barrio. También me ayudó con el corte de la madera para el piso con el molde que me facilitó mi amigo Daniel Gómez (Socio del club). Como parabrisas, hice algunos modelos en cartón y finalmente opte por el actual y lo hice en acrílico.

Sigue el tema “asientos”: Tuve la oportunidad de comprar dos butacas del Tudor, que estaban en estado lamentable pero recuperable. Deseché todo lo que no servía y rehíce las bases de madera. Limpié y pinté todos los soportes y así quedaron como nuevas para retapizar, previo reemplazo de algunos resortes. Para esta tarea pensé en mi amigo Héctor Collarte, Artesano de la tapicería y Socio del Club. Le pedí que me las tapizara con un cuero de vaca que tenía desde hace unos años y que me obsequió mi amigo Roberto Mancini. ¡Quedaron espectaculares! En la parte posterior le instalé un viejo baúl, que heredé de mi madre y es del tamaño perfecto. La rueda de auxilio se instaló atrás, con un soporte removible que le da la inclinación deseada. El caño de escape, en principio, era directo pero el ruido era ensordecedor por lo que le agregué un turbo casi directo que amortigua el sonido tolerablemente. Ya hizo su salida “oficial” hace unos días y anda muy bien. ¡Hay que pulirle algunas cositas pero andar en Baquet es una sensación única! Mi más sincero agradecimiento a mis amigos: Alberto Scorza, Héctor Collarte, Daniel Gomez, Leo Marrocco, "Pichi", Miguel Barreal, Mi hermano Ronnie, Gregorio (carpintero), Juan (chapista), Roberto Mancini, Horacio Bianchi, Roberto Picco, Juan, futuro yerno, por las fotos y por haber sido el primero que se animo a dar una vuelta conmigo. Y por supuesto a mi querida esposa, Silvia, que me banca todas estas "locuras". Sin la ayuda de ellos me hubiera sido muy difícil "armar mi sueño". Espero les haya gustado!

Jorge E. Diaz (Socio del Club Amigos del Ford "A").

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